Silvia en Lux

Aprobé unas oposiciones para la Unión Europea y me mudo a Luxemburgo, ¡qué bien!............. ¿¿¿QUÉ BIEN??? Aventuras y desventuras de Silvia en las europas

10 agosto 2005

Un poco de todo


Hoy he estado un poco dispersa (y eso que acabo de empezar!!!). Es que siempre pasa lo mismo: cuando creo que voy controlando un poco el trabajo que tengo que hacer, de pronto me atasco y no sé por dónde seguir. Es como en los juegos de esos de aventura gráfica, cuando no sabes cómo debes continuar y tienes que revisar otra vez todas las pantallas y hablar con todos los personajes. Pues aquí es lo mismo: tengo que buscar quién me puede dar información (y en qué idioma, que es lo peor) y revisar de nuevo todos mis papeles (que ya son carpetas y carpetas, no sé qué será de mi dentro de un año…) para encontrar alguna luz que me permita seguir.

Pero como hoy ya era tarde y me faltaba muy poco para irme, me he puesto un rato a buscar piso. La mayoría de los teléfonos que me han facilitado no responden. En dos de ellos me contestaron, pero en francés, y me dijeron que no hablaban inglés ni español. Uno de ellos creo que me ha dicho que le llamara luego… o eso, o que ya tiene alquilado el apartamento… o era que me había equivocado de número? Ni idea; podría volver a llamar, pero para lo que me iba a servir…

En fin, he enviado tres e-mails. Espero que uno de ellos sea el del dueño del apartamento de mi vida, porque ya no me apetece seguir buscando más. A ver si hay suerte.

Hoy he ido al supermercado del Parlamento Europeo; una especie de club exclusivo para funcionarios, que parece la sección de El Corte Inglés de Comidas del Mundo. Está bien y es barato, aunque me dicen que es más barato Auchan (Alcampo), que está en el centro comercial de moda de Luxemburgo, donde te encuentras con media oficina.

Ayer fue la primera clase de aerobic. Estuvo muy bien, aunque a veces me sentí como Lina Morgan en sus mejores momentos, ya que entre que era el primer día y la pata no me subía, y que no entendía las instrucciones de mi profesora, que hablaba en francés al ritmo de la música, no daba pie con bola. Me coloqué discretamente al final de la sala, un poco escondida, pero no había manera, la tía me veía y me decía cosas raras que luego supe que querían decir “no dobles la rodilla” o “estira más el brazo”. La verdad es que tengo valor para meterme en estos fregados. Creo que lo hice porque Conchita, que así se llama mi compi, es española, porque si no todavía estaría intentando encontrar el camino del gimnasio en este edificio laberíntico.