Silvia en Lux

Aprobé unas oposiciones para la Unión Europea y me mudo a Luxemburgo, ¡qué bien!............. ¿¿¿QUÉ BIEN??? Aventuras y desventuras de Silvia en las europas

20 septiembre 2005

Vuelta al cole

Última llamada a los pasajeros del vuelo de Luxair 3838 con destino Luxemburgo, pasajeros por favor, embarquen por la puerta número 32....
Yo aún seguía diciendo adiós a Félix con la mano a través del cristal del control policial; no le veía demasiado bien porque no llevaba puestas las gafas. Mejor, no me gustan demasiado las despedidas.

Afortunadamente la puerta de embarque estaba muy cerca del control, así que llegué sin entretenerme, no porque hubiese oído la última llamada al embarque de mi vuelo, sino porque me apetecía sentarme. Las piezas de equipaje de tamaño estratégico que le daban el calificativo de cabin luggage pesaban finalmente más de lo que aparentaban.

Cuando desde lejos vi que no quedaba ningún pasajero en la sala de espera me temí lo peor y corrí hacia la puerta de embarque, a tiempo de coger el autobús. Miré con ansiedad a mis compañeros de viaje, pero no me pareció apreciar ninguna mirada de odio, por lo que supuse que no llevaban demasiado tiempo esperando.

Al fin me relajé y me entretuve mirando a mi alrededor. Me gusta observar a la gente e imaginar por qué viajan, dónde trabajan, quién les espera y cómo es su vida. Me monto unas películas interesantes. Y el vuelo del domingo por la noche a Luxemburgo es una mina.

Cuando entré en el avión me sorprendí, como siempre, de lo pequeño que es y de lo grande y torpe que se siente uno metido en ese artilugio de juguete. Noté un sonido extraño procedente del asiento contiguo al mío y me di cuenta de que la chica que iba a mi lado estaba llorando. Intentaba disimular, pero debía tener un buen sofocón porque cuando la azafata se acercó repartiendo servilletas no pudo decir nada e hizo un gesto nervioso con la mano rechazando el ofrecimiento.

Por supuesto no pensé en intervenir en ningún momento, pero fantasee con la posibilidad de decirle una frase de consuelo, y me pregunté qué podría ser, pero lo curioso es que no se me ocurría nada. Nada que ella ya no supiera, nada útil.

Tal vez ella era demasiado joven. O tal vez yo demasiado vieja. El otro día un buen amigo me felicitaba por mi valentía comentando inocentemente que él “a nuestra edad” no se hubiera atrevido. Mi primer sentimiento fue similar al que una siente la primera vez que le llaman “señora” , o sea, quise patearle la espinilla y jurar por mis huesos que tenía ocho años menos. Pero no es algo que yo no haya pensado más de una vez. Algunas veces siento que me invade la crisis de los 30 (¡sí! ¡qué pasa!) y comento con Félix que la oportunidad de esta experiencia internacional debería haberme llegado un poco antes. El siempre dice que no está de acuerdo, que es ahora cuando más la aprovecharemos, que con veinticinco años tal vez no se esté preparado para muchos de los inconvenientes de esta aventura. Y mirando a esta chica que lloraba silenciosamente con la cabeza pegada a la ventanilla me parecía que tenía razón.

NOTA: Aunque pretendo perder unos kilitos, la del dibujo del avión no soy yo… todavía.

2 Comentarios:

At 1:31 p. m., Blogger Félix López said...

Silvia: es una pena que no nos cuentes las distintas "películas" que seguro que te montaste en torno a la misteriosa y triste pasajera... me apuesto algo a que con tu imaginación y tu faceta más "novelera" se te ocurrieron varios posibles motivos para su tristeza y algún desenlace (feliz, eso si) a su historia...

 
At 6:27 p. m., Anonymous Anónimo said...

hola silvia, no te apenes en las despedidas te quitas las gafas... "y ya tá solucionao". también puedes recurrir a esto cuando vayas a comprar y el susodicho oriundo te toque las narices hablandote demasiado rápido... lo miras con aquella mirada perdida que tenemos los que llevamos gafas (cuando nos las quitamos, claro) haber si así se ablanda y vocaliza un poquito más. tu prueba a ver que pasa.............. un besote de parte de car & car

 

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