La amenaza del frío pelón
Ayer fui a comprarme algo de ropa porque me veo un día de estos poniéndome todo mi armario en capas sucesivas. Había decidido comprar uno de esos cacharros impermeables con forro polar de quita y pon que venden en las tiendas de deporte así que, acompañada de mi nueva amiga Paloma, luxemburguesa de adopción, como yo, fui a un centro comercial de las afueras con la esperanza de conseguir un precio mejor que en las tiendas del centro de Luxemburgo, que son para funcionarios del grupo A por lo menos.
Encontramos una tienda bastante surtida en la que había toda clase de prendas para nieve y montaña. Yo nunca había tenido una de esas, así que andaba un poco perdida, sin saber si lo que me estaba probando era más bien apropiado para perderse en los Alpes y ser rescatado al cuarto día. Para colmo, en la tienda hacía calor, con tanto foco y, entre eso, y el rato que llevaba vestida de muñeco Michelín, no podía valorar la utilidad de esos trastos con objetividad.
Afortunadamente Paloma habla francés, así que le preguntó a la dependienta si eso que yo llevaba puesto (un forro de un material tipo neopreno con pelillo por dentro) resistiría el invierno luxemburgués. La chica nos miró y entendí algo así como que, a menos que te forrases bien por dentro, eso sería poca cosa.
Después de poner a prueba la infinita paciencia de Paloma, que tuvo la amabilidad de no hacer ni medio gesto de impaciencia, me decidí por un cacharro impermeable con forro polar, a un precio bastante aceptable. En ese momento, la dependienta, que pasaba, me miró e hizo un gesto de aprobación que yo interpreté como un “así sobrevivirás”... Socorro.
Esa misma tarde empecé a comprobar los radiadores de la casa, que funcionan con total aleatoriedad y con gran falta de respeto hacia mi persona. Mañana llamaré a los de mi agencia inmobiliaria, a ver si descubro de una vez a cambio de qué oculto servicio me cobraron los 800 euros.
Mucho me temo que me tocará pelear otra vez, así que os dejo, que tengo que prepararme un discurso en francés, el vocabulario relativo a la calefacción y aprender la expresión “la madre que te parió”.
2 Comentarios:
Me parece a mí que te estás haciendo tú mucho la víctima con eso del tiempo. Acabo de hacer una comparativa de temperaturas en la página del tiempo de la cnn y he visto que en este preciso momento allí solo tenéis un grado menos que en Madrid, y aquí todavía no hemos sacado ni gorro ni guantes. Es más, seguimos con las gafas de sol, ¡y a veces hasta sobra la chaqueta! Así que ahórrate los lloriqueos para cuando llegue el frío de verdad (ay, la que te espera...). Tú lo que querías era comprarte uno de esos chismes con el forro polar de quitaypón, que lo sé yo.
La Beni.
Dice el Sabio de la Montaña: "Si tu mejor amigo te clava un puñal en la espalda, tienes que desconfiar de su amistad". En una de mis ensoñaciones con la Hierba Amarga de la huerta del Sagrado Monasterio de la Espera, supe que la frase del Sabio de la Montaña había sido engendrada no por Él mismo, sino por un mendigo -otrora alto funcionario de la UE- y que el Sabio (más por Listo que por Sabio) la había hecho suya.
Esto no tiene mucho que ver con el frío Luxemburgués, pero sí con UN frío luxemburgués (en minúsculas por gilipollas) que me encontré hace años an la facultad y que se declaró amigo mío para toda la vida y con intercambio de sangre si necesario, sólo después haber visto, admirado y sobado mentalmente ciertas protuberancias de la que entonces era mi novia (con la cual, hay que decirlo, el frío luxembrugués -con error disléxico por más gilipollas- tuvo atenciones continuas a lo largo de toda su estancia en Madrid).
No sé porque te cuento eso, tal vez para que te olvides del frío, de las chaquetas y pases dos minutos pensando en otra cosa.
Y recuerda: un puñado de arroz y uno de hierbas amargas y rezar a las horas sexta, nona y vespertina, por lo menos.
El Prior
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