Silvia en Lux

Aprobé unas oposiciones para la Unión Europea y me mudo a Luxemburgo, ¡qué bien!............. ¿¿¿QUÉ BIEN??? Aventuras y desventuras de Silvia en las europas

25 agosto 2005

Adiós al barrio rojo

Hoy, hablando con una buena amiga que me ha llamado por teléfono aquí, a mi destierro, he caído en la cuenta de que nunca he comentado nada en el blog del barrio en el que actualmente vivo, y tal vez ahora que me quedan dos días para marcharme de aquí es el momento apropiado para hacerlo.

Pues mi barrio es el barrio rojo, o sea, aquél que frecuentan mujeres (y hombres) de dudosa conducta. La verdad es que muchas ciudades quisieran para sí que sus peores calles se pareciesen a éstas, porque entre que soy un poco boba de por sí y lo discreta que es esta gente, me he enterado porque me lo han dicho, que si no ni se me ocurre. Y eso que hay una señorita apoyada en cada coche… Bueno, ahora que recuerdo, a veces me saludan muy sonrientes pandas de señores y yo pienso ¡anda, qué amables!… ¡a ver si la amabilidad la da el barrio! Y yo pensando que ligaba, a mis años.

Bueno, pues a otro tema. La foto de arriba muestra precisamente la calle en la que voy a vivir. No está mal, aunque el mío no es uno de esos bonitos edificios, sino éste de aquí, y el que señala la flecha, la ventana de mi apartamento. Tengo MUCHAS ganas de mudarme; ya tengo preparadas las maletas y la logística. Cruzad los dedos para que el agua caliente funcione, para que no haya bichos, ni vecinos ruidosos, para que el colchón sea al menos del siglo pasado y no del anterior... en fin, para que todo vaya bien. Más detalles en los próximos capítulos.

23 agosto 2005

Martes de lluvia y gimnasia

Está lloviendo a chuzos; pero a pesar de ello el día está muy luminoso, así que no está mal del todo, la combinación en curiosa. Mientras miro por la ventana pienso en lo bien que vendría esta agua en algunos sitios de España y pienso en lo mal repartido que está el mundo en todos los aspectos. Podríamos plantearnos el trasvase del Mosella o algo así, que aquí hay agua para regar siete planetas, y según me dicen, en Bruselas hay suficiente para inundarlos del todo. Todo es relativo. Cuando opinas que cómo llueve aquí no falta alguien que te dice “pues en Bruselas, no veas”. Parece haber una rivalidad tipo Cádiz-Sevilla o Madrid-Barça. Para los aborígenes de Luxemburgo, en Bruselas están todos locos, trabajan demasiado y tienen un techo de nubes por encima de la cabeza que no les deja pensar. No sé que opinarán los “bruselinos”; imagino que piensan que aquí uno se toca las narices a cuatro manos y que no hay nada que hacer en la ciudad.

Pero la verdad es que si tienes ganas, no faltan actividades. Cada día me encuentro en mi bandeja del correo de la oficina publicidad de cursos de tango, danza del vientre, sevillanas, esgrima, polo y vela (ahora que lo pienso, no sé dónde harán vela, aunque cierto es que con lo que ha caído hoy se podría hacer una presa en cualquier placita). Al principio pensé que alguien se había percatado de mi pinta atlética y pensaban que me encantaría esa información; luego vi que se la dejan a todo el mundo.

Yo tengo bastante con mi aerobic. Lo primero que tengo que conseguir es no perderme por los pasillos para llegar a la sala de gimnasia. Ya llego decentemente al vestuario (aunque una vez me metí en la cocina) pero desde ahí tengo que recorrer pasillos y pasillos donde se almacenan los boletines oficiales de 20 países –lo que da idea de su extensión– hasta llegar a la sala. La gimnasia sigue produciéndome agujetas, aunque menos que al principio, y sigo sin entender a la profesora, aunque he desarrollado mucho mi intuición y ya apenas dudo en los movimientos. Ella me mira todo el rato (como soy la nueva) y me sonríe, preguntándome “Ça va?” Y yo solo puedo poner la habitual cara de pez, ya no por no entenderla, que al “ça va” llego, sino porque el step y la charleta son del todo incompatibles.

21 agosto 2005

Tráfico aéreo

Hoy, como era domingo y hacía buen tiempo, me he dedicado a dar paseos por la ciudad y a hacer unas cuantas fotos. He sacado muchas fotos de aviones; es que pasan tan cerca que te hacen sombra. Esto parece Torrejón de Ardoz en sus buenos tiempos. En la foto no lo parece, pero casi se le ven las muelas al piloto.

Hablando de muelas, no os he contado los días de vacaciones que nos corresponden a los funcionarios, y es que es para contarlo, ya sé que me vais a odiar, pero es que tengo la friolera de 32 días laborables de vacaciones. Además de los 18 días de fiestas nacionales que nos corresponden. O sea, que muy bien. Cinco de esos días de vacaciones son por ser española, bueno, por tener la madre patria a un determinado número de kilómetros de Luxemburgo, por eso los alemanes y los franceses nos envidian mucho a los españoles y portugueses. Pues eso, que me he llevado una alegría cuando me he enterado...

17 agosto 2005

La torre de Babel

Las dificultades lingüísticas parece que nunca van a terminar. Sé que estas situaciones "divertidas" dejarán de producirse en algún momento, aunque ahora me parezca imposible, y que por tanto debería recibirlas con agrado y jolgorio. Pero es que lo paso fatal. No sé cuándo es peor: si cuando no me entero de lo que me dicen o cuando quiero explicar algo y veo la cara de pez del contrincante.

En el primer caso, siempre tengo el recurso de poner cara de cuánto-me-interesa-lo-que-me-dices. Aunque suele ser un arma de doble filo, porque siempre te acaban pillando. "Ellos" tienen la habilidad de volver a hablarte de lo mismo cuando más desprevenida estás y ahí es cuando se dan cuenta de que antes no te habías enterado de nada y que tanto afirmar con la cabeza era solo una vulgar pose.

Para colmo, hay algo de intuición en esta incomprensión mutua, porque de pronto, no sabes cómo, tú también te das cuenta de que algo va mal y comprendes con horror que ya te habían hablado de ese tema antes, a pesar de que sigas sin enterarte de nada.

En la segunda modalidad de mis desdichas, cuanto más me esfuerzo en preparar una frase estelar que voy a decirle a mi compañero, menos me entiende. Y cuanto más cara de pez pone, más colorada me pongo yo y más balbuceo, por lo que me dan ganas de fingirme muda, como Belinda y usar una pizarra. Estos casos son los peores porque, claro, tú habías ensayado UNA frase, no estabas preparada para tener que soltar otra alternativa. Y que no me pregunte nada para ampliar información, porque seguro que no tengo preparada esa respuesta.

¿Por qué no aprendería inglés y francés de pequeña, con lo aplicadísima que yo era?

Y a todo esto, no he empezado con el francés; todos estos problemas los tengo con el inglés, idioma que llevo intentando aprender desde que era pequeña. No quiero ni pensar en la conjugación de verbos franceses… ay, ay ayyyyyyyy.

15 agosto 2005

Namur

El domingo, 15 de agosto, estuvimos en Namur, una ciudad belga en la que pensamos que podríamos vivir si finalmente Félix es trasladado a Bruselas. Está aproximadamente a una hora y media de Luxemburgo y a una hora de Bruselas, por lo que nos vamos a pegar buenas palizas para ir cada día a trabajar, pero estamos dispuestos a intentarlo, porque la alternativa de vivir separados no nos convence nada.



Namur es una bonita ciudad, más grande de lo que creíamos al principio, con un gran castillo medieval y dividida por un río. La estación es moderna y sorprendente, hecha con estructuras metálicas que contrastan con la antigüedad del edificio. Dimos un paseo por el centro y luego, siguiendo los consejos de la chica que nos atendió en la oficina de turismo, fuimos a un barrio un poco más apartado en el que había una especie de rastro. Desde luego no era una zona turística, más bien parecía una verbena hecha por y para los vecinos, pero el paseo fue muy agradable. En medio de todo aquel barullo había una panda de músicos, vestidos con indumentaria militar, que paseaban calle arriba, calle abajo con mucha seriedad y que de vez en cuando pegaban estruendosos tiros que dejaban un tufillo a pólvora entre la desesperación de perros y niños. Mientras nos comíamos una salchicha (no demasiado buena) empezó a llover bastante y los tenderetes que habían colocado los vecinos a modo de bar amenazaron con salir volando y tuvimos que agarrarlos entre todos. Muy divertido. En el rastro había una gran variedad de cachivaches; desde la colección de cromos del vecino que ponía a la venta en la puerta de su casa, hasta los anticuarios más profesionales que exponían objetos con una pinta mucho más auténtica.


A pesar de los terribles pronósticos de mal tiempo que vimos en Internet, llovio bastante menos de lo esperado, por lo que pudimos visitar el castillo y continuar paseando por la ciudad. El veredicto ha sido positivo: creemos que nos gustaría vivir aquí. Ahora, a ver qué nos depara el destino.

Animartstreet


El sábado, dentro del programa de fiestas y festejos de la ciudad de Luxemburgo, tuvo lugar un festival de espectáculos callejeros, que llaman Animartstreet. No es extraño que las calles de la ciudad estén animadas (aunque todo el mundo insiste en que no me alegre mucho porque esto dura solo los dos meses de verano y que el resto del año es un asquito) pero el sábado estaban especialmente concurridas. Había de todo: payasos, malabaristas, grupos de música, especimenes sin definir… Fue divertido y muy colorista.

Félix y yo estuvimos paseando y localizando los espectáculos en diferentes plazas y calles, y finalmente comimos en una terraza de la plaza Guillaume, que es la del ayuntamiento. En esta plaza hay de vez en cuando mercados y el de hoy era de flores y frutas. La previsión del tiempo era pésima, y sin embargo lució el sol casi todo el día. ¡Qué suerte!

10 agosto 2005

Un poco de todo


Hoy he estado un poco dispersa (y eso que acabo de empezar!!!). Es que siempre pasa lo mismo: cuando creo que voy controlando un poco el trabajo que tengo que hacer, de pronto me atasco y no sé por dónde seguir. Es como en los juegos de esos de aventura gráfica, cuando no sabes cómo debes continuar y tienes que revisar otra vez todas las pantallas y hablar con todos los personajes. Pues aquí es lo mismo: tengo que buscar quién me puede dar información (y en qué idioma, que es lo peor) y revisar de nuevo todos mis papeles (que ya son carpetas y carpetas, no sé qué será de mi dentro de un año…) para encontrar alguna luz que me permita seguir.

Pero como hoy ya era tarde y me faltaba muy poco para irme, me he puesto un rato a buscar piso. La mayoría de los teléfonos que me han facilitado no responden. En dos de ellos me contestaron, pero en francés, y me dijeron que no hablaban inglés ni español. Uno de ellos creo que me ha dicho que le llamara luego… o eso, o que ya tiene alquilado el apartamento… o era que me había equivocado de número? Ni idea; podría volver a llamar, pero para lo que me iba a servir…

En fin, he enviado tres e-mails. Espero que uno de ellos sea el del dueño del apartamento de mi vida, porque ya no me apetece seguir buscando más. A ver si hay suerte.

Hoy he ido al supermercado del Parlamento Europeo; una especie de club exclusivo para funcionarios, que parece la sección de El Corte Inglés de Comidas del Mundo. Está bien y es barato, aunque me dicen que es más barato Auchan (Alcampo), que está en el centro comercial de moda de Luxemburgo, donde te encuentras con media oficina.

Ayer fue la primera clase de aerobic. Estuvo muy bien, aunque a veces me sentí como Lina Morgan en sus mejores momentos, ya que entre que era el primer día y la pata no me subía, y que no entendía las instrucciones de mi profesora, que hablaba en francés al ritmo de la música, no daba pie con bola. Me coloqué discretamente al final de la sala, un poco escondida, pero no había manera, la tía me veía y me decía cosas raras que luego supe que querían decir “no dobles la rodilla” o “estira más el brazo”. La verdad es que tengo valor para meterme en estos fregados. Creo que lo hice porque Conchita, que así se llama mi compi, es española, porque si no todavía estaría intentando encontrar el camino del gimnasio en este edificio laberíntico.

03 agosto 2005

Esto ya va en serio...

Hoy es mi tercer día de trabajo en Luxemburgo y parece que me voy haciendo más con todo el temita. Mi debut en la Comisión Europea comenzo bien (bueno, no muy mal, que ya es suficiente) pero a medida que iba pasando el día se me iba haciendo un poquito más cuesta arriba: el idioma, los compañeros, el trabajo... todo completamente desconocido.

Yo aguanté como una jabata todas las dificultades pero cuando llegué al hotel me entró el miedo escénico y me pregunté más de una vez si realmente estaba segura de querer darle un giro así a mi vida. En cualquier caso, ya no tenía remedio, porque mi situación iba en camino de convertirse en definitivamente estatutaria. Y con cada papel que firmaba estaba más cerca de la posición inamovible (en principio, más tarde ¿quién sabe?) de funcionaria europea. El vértigo es majo ¿eh? ¡¡aaaarrrrrggghhhhhh!!

El segundo día empecé a conocer un poco más en qué consistiría mi trabajo. En un primer momento me pareció un rollo, aunque de todos mis problemas éste era el menos importante; bastante tenía con entender lo que me intentaba explicar mi amable colega alemán. El idioma es un problema de los gordos, pero al menos de éste sacaré gran ventaja, porque estoy segura de que termino hablando inglés y francés por los codos. La documentación está en ambos idiomas y la gente habla a ratos en uno y a ratos en otro. Algunos no qieren hablar inglés y otros prefiern no hablar francés, así que por el bien de mi integración en este país no tendré más remedio que hacerme con los dos cuanto antes. Tengo momentos dramáticos, pero hasta ahora he salido de todas. Eso sí, me doy cuenta más veces de las que me gustaría de que la gente cree que no me entero de nada. Y es que a veces pregunto cosas para asegurarme de que me he enterado bien, pero con mi falta de recursos lingüísticos doy la impresión de haber estado en babia durante toda la comida.

Hablando de comida, el restaurante está muy bien; se come decentemente y no es demasiado caro. Bajamos a comer sobre la una o así y tenemos que volver antes de las dos y media. Siempre se me olvida coger algo (servilletas, sal o agua) pero mi atento compi siempre está al loro y me saca de las dificultades con bastante elegancia. El se marcha pronto, porque tiene permiso de "paternidad", pero mientras está en la oficina no tengo problemas.

Hoy he hecho algún trabajo útil; no sé si muy bien, pero se agradece, porque estaba hasta la bola de leer documentación en frenchglish. En fin, continuará...

02 agosto 2005

Mercado medieval


En las calles más céntricas había un mercado medieval por el que se paseaban muchas personas con disfraces de la época. Llamaba la atención la cantidad de gente que iba disfrazada.

Además de puestos de venta de artesanía en sus más variadas manifestaciones, había malabaristas, titiriteros, actores, cantantes.

Tampoco faltaban artesanos que trabajaban cara al público; los más espectaculares eran los herreros, que se tomaban muy en serio sus obras.