Adiós al barrio rojo
Hoy, hablando con una buena amiga que me ha llamado por teléfono aquí, a mi destierro, he caído en la cuenta de que nunca he comentado nada en el blog del barrio en el que actualmente vivo, y tal vez ahora que me quedan dos días para marcharme de aquí es el momento apropiado para hacerlo.
Pues mi barrio es el barrio rojo, o sea, aquél que frecuentan mujeres (y hombres) de dudosa conducta. La verdad es que muchas ciudades quisieran para sí que sus peores calles se pareciesen a éstas, porque entre que soy un poco boba de por sí y lo discreta que es esta gente, me he enterado porque me lo han dicho, que si no ni se me ocurre. Y eso que hay una señorita apoyada en cada coche… Bueno, ahora que recuerdo, a veces me saludan muy sonrientes pandas de señores y yo pienso ¡anda, qué amables!… ¡a ver si la amabilidad la da el barrio! Y yo pensando que ligaba, a mis años.
Bueno, pues a otro tema. La foto de arriba muestra precisamente la calle en la que voy a vivir. No está mal, aunque el mío no es uno de esos bonitos edificios, sino éste de aquí, y el que señala la flecha, la ventana de mi apartamento. Tengo MUCHAS ganas de mudarme; ya tengo preparadas las maletas y la logística. Cruzad los dedos para que el agua caliente funcione, para que no haya bichos, ni vecinos ruidosos, para que el colchón sea al menos del siglo pasado y no del anterior... en fin, para que todo vaya bien. Más detalles en los próximos capítulos.