Silvia en Lux

Aprobé unas oposiciones para la Unión Europea y me mudo a Luxemburgo, ¡qué bien!............. ¿¿¿QUÉ BIEN??? Aventuras y desventuras de Silvia en las europas

23 octubre 2005

La amenaza del frío pelón

Ayer fui a comprarme algo de ropa porque me veo un día de estos poniéndome todo mi armario en capas sucesivas. Había decidido comprar uno de esos cacharros impermeables con forro polar de quita y pon que venden en las tiendas de deporte así que, acompañada de mi nueva amiga Paloma, luxemburguesa de adopción, como yo, fui a un centro comercial de las afueras con la esperanza de conseguir un precio mejor que en las tiendas del centro de Luxemburgo, que son para funcionarios del grupo A por lo menos.

Encontramos una tienda bastante surtida en la que había toda clase de prendas para nieve y montaña. Yo nunca había tenido una de esas, así que andaba un poco perdida, sin saber si lo que me estaba probando era más bien apropiado para perderse en los Alpes y ser rescatado al cuarto día. Para colmo, en la tienda hacía calor, con tanto foco y, entre eso, y el rato que llevaba vestida de muñeco Michelín, no podía valorar la utilidad de esos trastos con objetividad.

Afortunadamente Paloma habla francés, así que le preguntó a la dependienta si eso que yo llevaba puesto (un forro de un material tipo neopreno con pelillo por dentro) resistiría el invierno luxemburgués. La chica nos miró y entendí algo así como que, a menos que te forrases bien por dentro, eso sería poca cosa.

Después de poner a prueba la infinita paciencia de Paloma, que tuvo la amabilidad de no hacer ni medio gesto de impaciencia, me decidí por un cacharro impermeable con forro polar, a un precio bastante aceptable. En ese momento, la dependienta, que pasaba, me miró e hizo un gesto de aprobación que yo interpreté como un “así sobrevivirás”... Socorro.

Esa misma tarde empecé a comprobar los radiadores de la casa, que funcionan con total aleatoriedad y con gran falta de respeto hacia mi persona. Mañana llamaré a los de mi agencia inmobiliaria, a ver si descubro de una vez a cambio de qué oculto servicio me cobraron los 800 euros.

Mucho me temo que me tocará pelear otra vez, así que os dejo, que tengo que prepararme un discurso en francés, el vocabulario relativo a la calefacción y aprender la expresión “la madre que te parió”.

Luxemburgo inédito

Hoy ha amanecido lloviendo mucho y estaba dudando entre calzarme las botas y el gorro de lluvia y salir a pasear, o quedarme en casita viendo llover desde la ventana. De pronto, salió un sol estupendo que iluminó la habitación y pensé, pues me voy; al poco se volvió a nublar y pensé, pues me quedo.

Y después de dudar más que Hamlet en sus mejores momentos pensé que en esta ciudad era una absurda tontería planear hacer algo en función del tiempo, que es más variable que los argumentos de Zaplana. Así que deje de pensar, agarré las botas, el gorro y la bufanda y eché en la mochila la cámara de fotos, las gafas de sol, el MP3, un cuaderno y un boli y salí, dispuesta a recorrer el Luxemburgo inexplorado.

Me habían hablado de un tortuoso camino que conducía hasta la Abadía de Neumünster, que es uno de mis lugares favoritos, así que me dirigí hasta allí, camuflada entre turistas japoneses y empeñada en superarles en número de fotos por minuto.

Efectivamente, el camino es bonito, es una empinada cuesta que conduce hasta el Grund, la parte baja de la ciudad. Aquí abajo se está estupendamente. Estoy sentada en un banco, a la orilla del río, viendo pasar a los patos por el agua y a la gente por el puente.

También veo a una chica en la casa de enfrente, regando las plantas en el jardín y vestida con pantalones cortos y camiseta de tirantes. Señor, yo llevo gorro, bufanda y abrigo y me arrepiento de no haber cogido los guantes... Inmediatamente miro a mi alrededor y me consuelo al ver que hay mucha más gente con gorro, o sea que no soy yo sola la que padece el frío luxemburgués, a pesar de mi fama. Ah! Se acaba de poner un jersey, la cobarde. Ya me parecía a mí.

09 octubre 2005

Locos bajitos

Tengo un colegio enfrente del trabajo. Cada día, cuando suena el timbre que anuncia la hora de salida al recreo esos monstruos hiperactivos salen en tropel y gritan como locos. Me encanta oírlos pegar voces así, sin motivo aparente. Ayer observaba desde mi ventana a una niña que mientras corría en círculos gritaba sin parar, como si se hubiese vuelto loca, y me dio mucha envidia, pensé que a mí también me gustaría poder hacerlo a veces sin que nadie llamase a la policía.

Cuando suena el timbre que anuncia el final del recreo es todavía mejor, porque en ese momento todos gritan a la vez; es como la campana de la última bebida en los pubs londinenses: hay que aprovechar. Último grito, señores clientes, aprovechen ahora, es su última oportunidad. Luego tendrán que sentarse en una silla y soportar aburridas explicaciones durante interminables horas.

Y entonces, a los treinta segundos de que suene el timbre, me vuelvo a quedar en silencio y no tengo más remedio que seguir trabajando.

(La foto fue tomada durante un concierto en la fiesta medieval de Luxemburgo. La niña tiene poco que ver con mis vecinos del colegio, pero me encanta su pinta tan medieval)

El Quijote en Luxemburgo

A pesar de que ha llegado el otoño hay días tan soleados como el de hoy. Los residentes en Luxemburgo dicen que aquí también se nota el cambio climático, que ahora el invierno dura un poco menos y el verano se alarga como si no quisiera desaparecer del todo. Hoy el día amaneció con una niebla densa que apenas me permitía ver el edificio de enfrente, y que tardó bastante en levantar. Pero una vez desaparecida la niebla ha quedado un día estupendo. La foto fue tomada a la 1 de la tarde. Lo que si se empieza a apreciar son los colores del otoño, los amarillos, ocres, rojizos.

Ayer contacté con el Círculo Español Antonio Machado, un grupo no demasiado numeroso de españoles, bastante adaptados a la vida luxemburguesa que, de vez en cuando, realizan actividades como presentaciones de libros, cursos, actuaciones, etc. Esta vez se reunieron para la presentación del libro El hidalgo fuerte, que presenta siete interpretaciones del Quijote, hechas por autores españoles, luxemburgueses, franceses e incluso un iraquí, que afirma que el personaje de Cervantes tiene bastantes semejanzas con Mahoma.

No soy una experta en el tema, ni mucho menos, pero la conferencia me pareció interesante e incluso me dieron unas ganas locas de leerme el Quijote. Quedaría mejor si dijese “releerme” el Quijote, pero tengo que reconocer que nunca lo he leído entero; muchos de vosotros tampoco, no mintáis. Creo que somos muchos los españoles que lo hemos leído por trozos, gracias a los aburridos y repetidos comentarios de texto que tuvimos que hacer en el colegio. Tal vez el próximo año sea el momento de empezar su lectura, cuando ya acabe el centenario y uno pueda pasearse con el libro bajo el brazo sin tener que excusarse por haberse sumado al furor cervantino oportunista de este año.

Para terminar, una frase de Borges (que no se diga que solo cuento chorradas):
¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios.

04 octubre 2005

Ya ha llegado el otoño


Es la comidilla de la oficina; todo el mundo lo comenta, ya ha llegado el otoño y empiezan los días grises y tristones. Pero a la vez todos dicen que el otoño es precioso en Luxemburgo, que los árboles se ponen de todos los colores y que el paisaje se vuelve muy diferente. Ya estoy deseando verlo y salir con mi cámara para hacer las mismas fotos de siempre bajo otra luz.

Ha empezado a hacer frío, pero todavía no es algo exagerado. “Espera y verás” me dicen, que cuando cae una nevada no se van los restos hasta muchas semanas después. Los luxemburgueses más acérrimos también dicen que el invierno es bonito y que la Pétrusse, justo la zona donde yo vivo, es digna de ver. El tamaño de los radiadores de mi casa debe ser una prueba del frío que debe hacer en este país y, a pesar de ser tan friolera como de sobra sabéis todos los que me conocéis, estoy deseando ver la nieve. Eso sí, ya ando mirando los escaparates de las tiendas de ropa y echándole el ojo a la gran variedad de orejeras, gorritos, bufandas y bragas de cuello alto. Todavía no he visto fundas para la nariz, aunque si no las hay aquí tendré que patentarlas de una vez.

02 octubre 2005

Gracias, amigos

Poco antes de trasladarme a Luxemburgo unos buenos amigos me regalaron un estupendo jamón. Tras largas discusiones acerca de la intendencia y de la logística del traslado del susodicho a mi humilde morada de emigrante ayer por fin Félix me trajo los primeros trozos (cortados y envasados al vacío, qué le vamos a hacer).

Hace un momento lo hemos abierto y catado y nos hemos acordado de vosotros con lágrimas en los ojos. Gracias, amigos, gracias por esta delicia. Esos sí, tengo que vigilar a Félix de cerca porque con aquello de “no te preocupes, reina, que yo lo corto” cada vez que asoma desde la cocina lo hace moviendo el bigote, y eso le da una ventaja que no estoy dispuesta a asumir, que para eso soy la expatriada.

Siguiendo con temas culinarios, nosotros nos dedicamos a patear restaurantes con un único afán investigador. No es que nos guste, lo hacemos por vosotros, para poder recomendaros buenos manjares cuando vengáis a vernos. Anoche estuvimos en la Maison bereber, que como su nombre indica, es un restaurante marroquí estupendo. El lugar nos trajo recuerdos de nuestro viaje por Marruecos, aunque realmente no nos hace falta comer ricos tajines para acordarnos de lo bien que lo pasamos por aquellos lugares con gente tan estupenda. Estamos deseando establecernos para volver a las andadas y seguir haciendo todos los viajes que sea posible.

Esta mañana hemos ido a un restaurante alsaciano, uno de nuestros preferidos en Luxemburgo. Ahí fuimos a celebrar mi primera entrevista y repetimos la visita de vez en cuando.

Continuaremos con las excursiones gastronómicas, pero recordad que siempre lo hacemos por vosotros.